La estimulación socioemocional está dirigida a ayudar al bebé a adaptarse a su entorno con respecto a lo que siente por este; con cada movimiento y actividad nueva, él es capaz de experimentar distintas emociones. Puede sentirse ansioso, alegre o temeroso, lo cual va a determinar cómo responderá en los años siguientes hasta la vida adulta.
El desarrollo socioemocional del niño comienza desde sus primeros días de vida y de este va a depender su relación con el exterior y otras personas; por eso es recomendable ejercer una estimulación adecuada. Una vez que el bebé nace, comienza a experimentar una serie de cambios a nivel biológico que necesitará reconocer y a los cuales tendrá que adaptarse.
Para lograr que el niño supere sus primeros retos, es importante que sus padres y familiares le ayuden en su proceso de adaptación. Cada situación nueva le exige al bebé una respuesta biológica y emocional, lo que le permite relacionarse con la existencia que lo rodea y las personas que la conforman, a esto se le conoce como desarrollo socioemocional.
Este desarrollo se basa en las experiencias que gradualmente van apareciendo en la vida del infante, por eso es necesario que hagamos nuestro trabajo de estímulo en todas las situaciones de su vida temprana. Estos primeros estímulos se enfocan a conectarlo con sus propias emociones y son precursores de su personalidad
Para estimular socioemocionalmente al niño, los especialistas plantean las siguientes sugerencias:
En las primeras semanas hagamos ejercicios de equilibrio, colocándolo por un tiempo breve en posiciones poco ejercitadas. Probemos a colocarlo inclinado, en vertical, de un lado o boca abajo.
Aprovechemos el momento de la lactancia para hablarle, acariciarlo y tener un contacto más profundo con el bebé; mirarlo a los ojos y sonreírle es muy importante para ambos
Procuremos mantener los hábitos alimenticios, de higiene y sueño; pues es el principal proceso para relacionarse con el exterior
Permite que el bebé pueda seguir tus movimientos, hazlo a propósito para que te siga
Hagamos movimientos con el rostro, siempre de frente al niño y esperemos a que nos imite. Otros gestos como decir adiós con la mano o afirmar con la cabeza, son propios para que pueda imitarnos.
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